martes, mayo 17, 2016

Bonafinis

En esta columna, Leonardo Valencia ha sido honesto. Ha dicho lo que piensa del asunto Manguel y de cómo todavía persiste en estas nuestras repúblicas de aire la visión emponzoñada para recibir al que se fue, no importa si exiliado o hijo pródigo.
Al reproducirla en su perfil de Facebook -que recomiendo busquen, es de lo bueno que tiene esto de las social network- le han caído algunos reproches, faltaría más. Junto al de "justificador de despidos", se encadenan palabras y frases como, veamos: "fondos buitres", "tejido institucional", "receta de austeridad","reestructuración de la deuda", "mecanismos redistributivos", "compleja relación entre los precios de los commodities y las fluctuaciones del dólar en relación con el precio del petróleo". 
Con tal empacho terminológico vamos comenzando a entender porqué a cierta izquierda se le da tan fácil gobernar tan mal y destruir tan rápido.
Veo en esos reproches que todo va a peor porque todo sigue contaminado por el "a según" qué casaca vistes. Como los muertos que defiende aquella Hebe de Bonafini, que los hay buenos y no tan buenos. Y después te acusan a ti de ser binario, sectario. 
Hay quien de la noche a la mañana decide reconvertirse en el sindicalista más esforzado (hay noches tan fecundas como muchas prisiones), solo porque el enemigo de mi amigo manda trabajadores al paro. Trabajadores que son buenos, pero con fecha de expiración, solo porque son los míos.
Algo tiene Latinoamérica que junta Silvios, Bonafinis y Lemebeles. Y siente orgullo por eso.