martes, enero 23, 2018

Hienas

Salgo de aquel lugar, lo diría Bunin, “como si acabaras de contraer una enfermedad grave”, preguntándome con cuántos habrán hecho lo mismo, cuántos habrán accedido a colaborar y de qué se trata en realidad, en términos prácticos, esa colaboración, qué esperaban de mí. Y con la entera certeza de que hice lo correcto al no intentar ningún tipo de debate o diálogo con quienes se muestran resistentes a toda crítica, impermeables a toda muerte.
No sé si fui otro después de aquella reunión. Mi particular caverna de los horrores. Es probable que no.
Era como si la ciudad, igual que aquella Cartago de Cayo Graco, se hubiera ido llenando de un tipo de animal no necesariamente extraño, pero que no eran perros, los perros del Capitolio, sino hienas.
En Hypermedia Magazine.